Desde el primer detective conocido de ficción, Auguste Dupin, creado por Edgar Allan Poe en 1841 para dilucidar “Los crímenes de la calle Morgue”, pasando por el detective por antonomasia, Sherlock Holmes, nacido de la pluma de sir Arthur Conan Doyle en 1887 (que ha tenido decenas de máscaras en cine y televisión) hasta los actuales investigadores, la pantalla chica ha sido uno de los escenarios preferidos de estos personajes. Con sus nuevos perfiles, “Medium”, “El mentalista” y “Lie to me” se disputan el horario central de las 22 los lunes por distintas señales de cable: Sony, Warner y Fox, respectivamente.
¿Qué hubiera pensado el viejo Holmes o su amigo Watson de un detective que basa su trabajo en sus premoniciones o en los gestos de la cara de un sospechoso?
Una de las primeras detectives no tradicionales que dio la pantalla chica en 2005 fue Allison Dubois, la mujer que habla con los muertos, ve el pasado y el futuro a través de sus sueños y así resuelve casos complejos.
Allison, protagonista de “Medium” es interpretada por Patricia Arquette. La mujer, una abogada que arranca con un cargo menor en una fiscalía, descubre que tiene un don sobrenatural. Su rutina de ama de casa normal, casada, con tres hijas pequeñas, sólo se ve alterada cada vez que tiene contacto con voces que le hablan desde el más allá, casi siempre enviándole mensajes que se van descifrando a lo largo de la trama.
Basada en un caso de la vida real (la verdadera Allison nació en Arizona en 1972), la mujer se debate entre hacerle caso a esas voces que le piden ayuda para lograr justicia o mantener su vida tan normal como es posible. Algo altamente improbable dado que sus hijas tienen el mismo curioso don que ella.
Patrick Jane también es un hombre que se vuelca a colaborar en la resolución de casos policiales aprovechando su inusitada capacidad para observar el comportamiento humano. A tal punto que parece capaz de leer la mente de otros.
“El mentalista”, interpretado por el australiano Simon Baker, esconde, además, un lado oscuro.
El hombre, un gran manipulador dedicado a la sugestión y la hipnosis durante varios años, sufre una crisis cuando su esposa y su hija mueren a manos de un asesino serial, apodado John Red. A partir de esa tragedia, Jane se volcará a la criminalística como una forma, además, de buscar venganza para su familia.
El guiño extra es que todos los capítulos tienen una referencia al color rojo (por Red, su enemigo íntimo y personal). Irónico, juega con sus ayudantes -y con el público- diciendo que "los adivinos no existen". Lo de él es un profundo análisis del comportamiento humano a un nivel casi de rayos X.
En una línea similar se desenvuelve el protagonista de “Lie to me”, (Miénteme), Cal Lightman, interpretado por el británico Tim Roth. La habilidad de Lightman ("hombre luz", otro guiño para caracterizar a un personaje por demás perspicaz), tiene un fundamento científico.
Su obsesión son los gestos y las actitudes corporales y faciales de las personas, que delatan sus verdaderas intenciones. Lightman, además, es tan fanático de su método que no puede evitar analizar de la misma manera a sus colaboradores y a cualquier persona de su entorno.
Como en el caso de “Medium”, “Lie to me”, también está basado en la vida real. Aunque aquí se trata de una teoría desarrollada por el psicólogo norteamericano Paul Ekman (1934), considerado uno de los 100 profesionales de su rubro más destacados del siglo XX.
Según Ekman, los 43 músculos faciales que posee el ser humano le permiten expresar alrededor de 10.000 sentimientos distintos y son una herramienta fundamental para descubrir aquello que esconden las palabras. "No somos magos, somos científicos", asegura el hombre que analiza cada gesto con detallada y enfermiza minuciosidad.
Y por si hiciera falta, para destacar cada verdad oculta descubierta gracias a este sistema, el detective ejemplifica (a su equipo y de paso, a los televidentes, claro) la eficacia de su observación con fotos de personajes famosos captados en un gesto que deja al desnudo, casi siempre, una mentira.
Más investigadores
Para esta nueva raza de detectives, las armas no son un elemento necesario (a lo sumo, las utilizan algunos colaboradores o la policía con la que se relacionan). Y sus servicios son requeridos tanto por instituciones como por particulares. Sin nada sobrenatural, salvo su extraordinaria capacidad para descubrir casi todo en base a cálculos matemáticos, se enrola aquí el protagonista de “Numb3rs” (A&E), un joven científico colaborador del FBI, y cercano al Cal de “Lie to me”.
La pantalla de cable es pródiga en estos nuevos detectives. En “Millennium”, pionera hace 15 años y nuevamente en la pantalla (por Space), es el inspector Black (Lance Henriksen) la peor de las víctimas: una víctima constante que, con sólo llegar a la escena del crimen, ve el mal y lo experimenta en su propia persona.
Sin tanta oscuridad, “La zona muerta” (por AXN) presenta las aventuras del profesor Johnny Smith, quien después de superar un coma que le duró seis años, despierta con visiones del pasado y el futuro que le permiten ayudar a resolver crímenes y evitar que muera gente inocente. El mismo objetivo tiene el equipo de “Fringe” (Warner), con complejas historias de realidades alternas y viajes en el tiempo mezclados con la CIA y el FBI.
Como si fuera poco, en agosto pasado terminaron otras dos series protagonizadas por detectives con características "curiosas", si así se puede llamar a quien viaja en el tiempo: el policía que vuelve a los años '70 -con los datos del 2000- en “Life to Mars” (aquí se emitió por FX) dio origen a otra serie, “Ashes to Ashes”, la versión femenina, británica, y que trasladó a su heroína a los años '80 (I-Sat).
Hay otros protagonistas que escuchan pensamientos ajenos (“The Listener”, Fox), que son telépatas involuntarios, como la Sookie enamorada de un vampiro en “True Blood” (por HBO), que tienen extrañas visiones y perciben señales (el abogado de Eli Stone, Sony), o que conversan con muertos como en “Ghost Whisperer” (Sony). Pero en estos casos, sólo ocasionalmente resuelven delitos, ocupándose también de cuestiones sentimentales y problemas más cotidianos.
Detectives de la vieja escuela como Simon Templar, Kojak, Baretta, Columbo, incluso los bronceados de División Miami y hasta los más actuales de “La ley y el orden”, ¿estarían en desventaja hoy? Ni qué hablar de los clásicos ingleses con el Inspector Morse a la cabeza que, quizás, no aceptarían nada, salvo su natural sentido común para resolver los casos. Cuestión de estilos. Y olfatos detectivescos. Sandra Commisso
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