Sin duda, cada capítulo de The Big Bang Theory son 20 minutos de humor asegurado. La temática del freak, si está bien cocinada por parte de los guionistas, es una receta infalible, y éste es uno de esos casos.
No es que se van a calentar a primera vista, como pasa con Lost, no. Acá se requiere de una percepción más aguda para descubrir el encanto de cada uno de los científicos -más graciosos que locos- que The Big Bang Theory tiene para ofrecernos:
Es un osito cariñoso. Está un poco traumado porque recién terminó su posgrado en Física Experimental a la tardía edad de 24 años, pero no por eso deja de ser amable con la gente sin títulos universitarios. Como su madre es una neuróloga que rechaza cualquier tipo de acercamiento humano (a no ser que sea estrictamente con fines reproductivos) Leonard, a los ocho años, inventó una máquina de abrazos calefaccionada, cosa que no lo perturbó tanto, como sí lo hizo el hecho de que su padre se la pidiese prestada. Obviamente, como es ficción, es el que se va a quedar con la rubia. En la vida real el sensible no suele ser tan afortunado.
Este chico raro que obtuvo su posgrado en Física Teórica a los 16 años y tiene un coeficiente intelectual de 187, es también una especie de mantis religiosa que le regaló su sexualidad a los extraterrestres. Insoportable, quisquilloso, pesado y soberbio, tan estravagante que si alguna lograra que Sheldon le diese un beso aunque sea en la mejilla, ya podría jactarse de conseguir cualquier cosa en este mundo.
Raj es un astrofísico hindú que se queda mudo delante de las mujeres. Si una no se percata de que este bombón de dulce de leche sufre de mudismo selectivo, puede pasar por el chico perfecto, que además de ser lindo, le gusta escucharte.
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